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More sour than sweet

Lo que me pasa entre que salí de la universidad y que decido qué demonios hago.
 

El dia del nispero

Thursday, November 30, 2006


Cuando llegué hace algo más de un mes, me preguntaba si uno debía ser lo que hacía o hacer lo que era. Hoy por hoy la vida me ha ido dando ciertas respuestas... temporales, al menos. En este período he estado trabajando en de todo un poco; presentaciones, concursos de arquitectura, poniendo música, y hoy por hoy figuro probando de director de arte en una agencia de publicidad, lo que suena muy prometedor, si uno se queda en el título.
La agencia es un lugar muy curioso. Esto de trabajar haciendo ideas es permisivo. Ayer de hecho, como parte del trabajo tuve que ver Toy Story. Hay una mesa de Ping Pong - deporte que reservaba solo para los veranos-, instrumentos musicales y todos pasan al nos 5 veces al día en You Tube. Para mi, la "inspiracion" nunca salió de un partido de ningú deporte, y ciertamente no de ver extractos de series animadas, por lo que la novedad me asombra. Lo mejor es que puedo trabajar con chalas. De pasar por lugares de trabajo de silencios sepulcrales a otro en donde si alguien llega tarde, se comienza a escuchar un aplauso lento y generalizado que va creciendo en tiempo e intensidad, como cuando el nerd que corta el pasto de todos los vecinos logra que la jefa de las porristas realmente se enamore de él en una fiesta con piscina en una casa en que los padres han salido, es un cambio importante. Personalmente me siento más cómodo en el más dicharachero.

En lo concreto entré un mes a prueba. Soy una apuesta por donde se me mire. Del amigo que convenció a los tipos de que me probaran, de mis compañeros que deben contestar mis insistentes preguntas (hace tiempo que perdí esa vergüenza) (mi CV dice que si se usar Photoshop y Free Hand, pero me di cuenta de que los diseñadores lo usan de una manera totalmente distinta), y de mi de averiguar de si esto me gusta. Me estoy dando al fin el tiempo de contesar una de las preguntas que me hacía cada vez que mi carrera me angustiaba.... de si tendría dedos para otros pianos. Y el tiempo me ha enseñado qu si uno no se da ese tiempo, las preguntas atormentan por mucho tiempo. (¿Qué hubiera pasado si me hubiera atrevido a darle un beso?, por jemplo).

Lo complicado es entrar como el nuevo en una pega en la que uno poco o nada sabe. Simepre me llamó la atención este mundo, pero uno siempre sabe menos de lo que cree. Ayer de hecho estaba ante la duda. Había que pensar en una campaña y la dinámica es lanzar ideas. Yo estaba entre callar para pasar desapercibido, pues no conozco mucho al grupo aún, o simplemente abrir la boca y permitir que las cosas salieran. Opté por la segunda, pensando en que obviamente iba a decir alguna genialidad que iba hacer que me entregaran alguna gerencia en tiempo record. Y....nop. Pero en fin habrá que seguir abriendo la boca.
Por otro lado, he pasado un par de días bastante flojos. Es la primera vez en la que estoy en un trabajo en donde no tengo mucho que hacer. Siempre me he desenvuelto en ambientes en los que falta tiempo de manera dramática. Siempre. Uno nunca alcanza a hacer todo lo que es necesario en el tiempo que tiene, y, o se opta por lo más importate, o el tiempo personal es el que se resiente y asi es como funciono. Trabajo bajo presión. Por eso, cando el lunes, a falta de cosas que hacer, y después de haber mendigado trabajo a todas las personas de las cuales me acuerdo el nombre (lo que me pica el orgullo... mal que mal no estudie casi 7 años para pedir como favor que me dejen hacer algo... y gratis) terminé ordenando parte de mi música y mis fotos del viaje, cosas que podría haber hecho perfectamente en mi casa, y con pantuflas. Me hace preguntarme qué tan seguro estoy de mi apuesta. Pero por ahora mi respuesta es que completamente seguro. Y dispuesto a pagar el noviciado.
Por otro lado tengo ya ofertas concretas de trabajo, lo que me tranquiliza, pues si no es lo mío me respaldan toda esa pila de años de estudios y las experiencias pasadas. De hecho me ofrecen largarme por un año a lugares tan exóticos como Aysén o Futrono, que aunque sea difícil de creer, me parece tentador. Claro que Futrono en Julio dudo que sea la sede de un Love Parade o algo asi.
Me he dado cuenta que toda elección implica renuncia. Y que todos esos sueños que uno tiene, de "y si hicieramos ________" siempre terminan solo en una frase porque implican que para montar un negocio, estudiar algo, empezar un proyecto, uno debe abandonar algo. Poco o mucho depende de a lo que se apunte. Y aquí estoy yo haciendo algo que siempre quise, pero no es sino ahora cuando me estoy dando el tiempo para contestarme la pregunta. Sacarmela como duda, y abierto a que funcione para bien o para mal. Vi un pedazo de "Diarios de una Motocicleta" en la que un doctor les da a Ernesto Guevara y a su amigo una novela para que opinen. Y Guevara le dice que está mal escrita y que se dedique a lo suyo... a lo que realmente sabe hacer. Bueno.. ahora estoy dispuesto a cualquier tipo de respuesta, hasta esa.
Curiosamente ayer fui a almorzar a la casa de Endora, a quié no veía hace tiempo, y me dió nísperos. Hacia años que no los comía... No se encuentran en grandes supermercados. Supongo porque son frutas exteriromente imperfectas, como para venderlas industrialmente. Asi que aer finalmente viví el día del níspero.

Ahora es cuando.

Sinverguenzas

Tuesday, November 21, 2006


Sarro, Hemorroides y Diarrea, o en su defecto colitis; el sinónimo "elegante", son cosas que da vergüenza admitir. Asi de sencillo. Uno puede decir en el trabajo que se tiene que ir temprano antes, porque tiene una gripe endemoniada... o porque te duele la cabeza de manera insoportable. Pero ay del que esté estomacalmente indispuesto y deba manifestarse en las dependencias laborales. Es incómodo. Para los que sufren dichas dolencias y para quienes los rodean. Pero más allá de las razones obvias, que van reñidas cn la urbanidad, es curioso que haya cosas que sean vergonzosas de contar y otras no. Si bien el señor Carreño dictamina que es de muy mala educación preguntar por la naturaleza de las enfermedades, y más de algua vez me he arrepentido en el mismo instante en que termina de enunciarse la pregunta de "qué es lo que tienes", creo que un órgano es tan digno como el otro. Pareciera ser más digno tener un soplo cardiaco que almorranas. Si... sin corazón no se puede vivir. Concuerdo. Pero yo no veo esas diferencias entre los médicos. Quizás las hayan, y un neurocirujano sea el equivalente a un primer violín en una orquesta, mientras que un urólogo es el que toca el triángulo. Ese nunca podrá salir con la soprano. Pero uno no debería avergonzarse de cosas que son naturales, no?
Bueno... todo esto porque hoy fui al dentista. Y mejor ni les cuento.

El mercado del gusto

Wednesday, November 15, 2006


Es mentira que no hay nada escrito sobre gustos. Prendo la tele y hay "expertos" que enseñan a peinarse a las dueñas de casa, o a sacarse partido. Uno abre el diario el viernes y salen críticos que dicen qué peliculas valen la pena, qué restoranes merecen una visita y qué es lo que hay que ver en televisión. El diario del sabado nos enseña no tan solo como deben ser nuestras casas, sino que muestra fotos de los que pueden arreglarnos la vida.
Hay una actitud de rebaño que me impresiona. Hablaba con un amigo italiano, que me decía que en su país todo el mundo opina si las cosas son bonitas (bellas) o feas (brutas). Aquí uno con suerte se encuentra con "está bien" o un "está mal", lo que viene a ser el equivalente a cero si uno pide un juicio. Hay susto a equivocarse. A salir con una polera que el resto pueda encontrar horripilante. Y la gente busca por otros lados certificaciones de gusto. Puede ser una camisa con un tipo jugando polo arriba del caballo, o un objeto que por ser comprado en Alonso de Córdova y pagar un sobreprecio, garantiza que es bonito. En mis primeros años universitarios trabaje en una tienda de ropa aspiracial en un mall donde me pagaban por comisión y obvio que yo recomendaba las prendas más caras antes que las que encontraba bonitas (que es lo mismo que pasa cundo uno pide a un mozo que recomiende un vino en un restorán). Curiosamente más de una vez me pidieron prendas que tuvieran la marca más grande inscrita. Y eran recisamene las que yo nunca me hubiera comprado.
No se la cantidad de veces que he oído de alguna amiga, que la misma ropa que se compra en un mall es la que se encuentra a mitad de precio en el Apumanque y a un cuarto en Patronato. Solo es necesario tener un ojo entrenado pra darse cuenta.
Es ese ojo el que la gente está externalizando y por el cuál está dispuesto a pagar. Antes el dejota era el tipo que ponía la lista de canciones que uno le pasaba. Ahora un va a una fiesta a escuchar lo que el tipo anda antojado de poner. Lo mismo pasa con los restoranes... uno va donde está el chef X. O uno se hace la casa con cierto arquitecto que se viste de negro y sale en la publicidad del Banco de Chile. Ya poco importa el trabajo en si. Si es publicado, y tiene difusión ha de ser bueno. Uno no se pregunta si todo lo que sale impreso es cierto. Hace falta un gran "El Mercurio miente". Me pasa aún hoy cuando llego a un lugar y pregunto de quién es la canción que suena. Más de una vez me he sorprendido detestando una canción pero cuando se que la toca una banda taquillera termino diciendo: "es buena esta canción".
La otra salida a eso es trabajar a favor de la corriente. Estudiar una carrera reñida con el gusto y ofrecerse al mercado. Es la eterna pugna que tienen, por ejemplo, los arquitectos de la vieja escuela. Ellos son de esperar que sean sus obras las que hablen por ellos. Y por eso no tienen página web, y por eso pocos tienen pega. Pero hoy por hoy, donde hay gente que está dispuesto pagar el sobreprecio que garantiza que algo es bonito (por ejemplo ) el que no entra en la rueda, muere pollo.
Yo por mi parte coincido con lo que me dijo una vez un enólogo cuando le pregunté por cuál era el mejor vino. Él me respondió que no hay recetas. Que el mejor vino es el que más me gusta. Sea de caja o en botella de cristal de Murano.... y sigo tratando de comprar los buenos vins en caja. A fin de cuentas... la calidad va por dentro, no?

Blanco

Saturday, November 11, 2006


Estasemanaestuvediseñandounaentregaparaunconcursodearquitectura.
Noesalgofácilperomedicuentalonecesarioybonitoquesevenlascosascuandosobraespacio.
Noopinanlomismo?

Obesiones

Tuesday, November 07, 2006



La primera pregunta que se le hace a un arquitecto es si es necesario saber dibujar para pasar por esa carrera. Yo siempre contestaba que más que dibujar era necesario ser observador. La verdad es que uno siempre contesta desde el propio nicho tratándo de justificarse o defenderse. He de decir que siempre he considerado que tengo buena memoria. En esas conversaciones entre gente que no se conoce, pero que deben congeniar, en las que se termina llegando al lugar común de los ochentas (o ochantas), y se cantan canciones de monos animados, o se recuerdan cassetes que se compraron, siempre soy el que responde al comentario de "¿cómo se llamaba este rapero negro que usaba los pantalones inflados?" (se llamaba Mc Hammer por si acaso- hoy se denomina Hammer a secas). Colecciono datos inútiles que sirven solo para interrumpir silencios.
Le he dado vuelta al asunto. Soy un tipo fijado. No se si por deformación profesional, o por ser nieto de mi abuela (que en el post anterior dejé en claro que tiene una memoria envidiable), pero a modo de ejemplo, me acuerdo de cómo estaba vestida una amiga la primera vez que la vi hace doce años. Me he dado cuenta de chicas que se repiten ropa en dos matrimonios consecutivos (con la mala suerte de ser yo el que ponía la música). Me acuerdo de los proyectos que vi exponer en la universidad a gente, que después me las he topado y se los comento, o de una secuencia de canciones que repitió un diyei en dos fiestas distintas. He aprendido también que no es san demostrar buena memoria siempre, pues se le mira a uno con cara de Norman Bates.
Si bien uno tiene memoria selectiva, y hay cosas que son más difíciles de recordar, como los nombres o las caras, hay otras que resultan más naturales, y que varían según las personas. Para mi, creo que la observación y la memoria se me unen cuando hago asociaciones. Un profesor del colegio (obviamente recuerdo perfecto quién fue) nos habló de lo bueno que era asociar cosas absurdas a listados de cosas. Así la tabla periódica, los ríos de Chile, los nombre de los apóstoles o cualquier cosa serían más fáciles de vomitar.
Y me pasa constantemente, que asocio olores, canciones, libros, lugares, colores, situaciones, paisajes, entre ellos y me ando fijando y comparando constantemente. Me di cuenta de esto cuando una amiga me ofreció la oportunidad de publicar fotos que tomé en mi viaje, pero me pidió que las agrupara por tema. Me percaté de que asociaba situaciones o me fijaba siempre en las mismas cosas... reflejos, ventanas, mi pies, la comida, graffitis, etc. Algo que para mí era tan natural, me di cuenta que cuando lo ve otra persona no le parece tan evidente. Para mi es claro. Un cocinero se fijará en comidas cuando viaja. Un arquitecto en espacios. Yo me fijo en detalles idiotas. Hay veces que me sorprendo mirando tonteras -por lo general, quienes no son yo, se sorprenden de que pueda mirar tanta tontera, pero ese es problema de ellos. Lo bonito es cuando uno puede en base a esas cosas que llaman la atención ponerlas en relevancia y hacerlas evidentes; hacer de curador de una situación que se repite, y demostrar el valor que tienen esas obsesiones. (Si es que tienen un valor para alguien que no sea yo... pero el hecho de que para mi tengan valor hace que no me aburra estando solo... como decía mi mamá.... solo los tontos se aburren, y yo no quiero pasar por tonto. Prefiero pasar por obsesivo.)
 
   





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