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More sour than sweet

Lo que me pasa entre que salí de la universidad y que decido qué demonios hago.
 

Esa picardia del chileno

Monday, July 30, 2007



De muchos humoristas que he visto en televisión lo único que me queda en claro es que independiente de lo poco creativos que pueden ser, siempre terminan los chistes con “esa picardía del chileno” y que los suelen comenzar con un “no saben lo que me pasó camino al estudio”. Meros ilativos de rutinas, pero que no dejan de tener razón al constatar que es en los trayectos, mas que en los destinos donde nos pasan las cosas que son más recordables y dignas de contar. De las imágenes de los veranos cuando chico, con todos mis hermanos, mi nana, el televisor que se acarreaba, los juegos de mesa que habían estado guardados y completos gran parte del año, baldes, palas, camas y petacas que partían a algún lugar del litoral central, donde los 31 y los primeros se producían tacos de proporciones bíblicas ... Me acuerdo de la memorable vuelta de uno en que mi familia iba en dos autos, para acarrear a todos los hermanos, amigos y enseres y que pasamos a echar bencina un 28 de febrero. Mi papá pagó los dos estanques, y el bombero le pasó las llaves. No fue hasta que pasamos el túnel que iba en un solo sentido que se dio cuenta de que mi mamá no venía debido a que era él quien tenía las llaves. Ahora, si me preguntas cuantos Freddos me comí ese verano, o si fue ese u otro en el que aprendí a hacer rana surf, o quien fue al festival de viña ese año, lo más probable es que no tenga más que una nebulosa por idea. Pero si recuerdo con lujo de detalles el viaje de vuelta de ese verano; el tener que esperar una grúa para que nos abriera camino contra todos los autos que venían, las tres horas esperando que se acabara l paso de gente, las personas que pararon a ofrecernos ayuda (algo que francamente no pasa movido solo pro la buena voluntad). De esos tiempos también recuerdo. Que los caminos tenían hoyos, y que yo sufría cuando mi papa hecho un lolo estrujaba el acelerador adelantando y que el camión del frente me hacía rezar de lo mucho que se acercaba en las supercarreteras de solo una calzada por sentido. Del ermitaño de la cuesta o de la picada de camioneros. De pasar a ver a una tía o de la cañería de milico en los trigos o choclos. De que había que salir al alba para evitar el taco, o del picnic para ir a Viña en el día de cambio de quincena, del tómate el helado afuera del auto, o el sacúdete bien la arena, pero por Dios te dije que te sacudieras, de la parada a almorzar con el niños recuerden que es una bebida por persona, en lugares con manteles plásticos y servilletas de bordes como guirnaldas que con la más mínima gota de aceite se transparentaban… tan distinto a las papa fritas congeladas que venden en las estaciones de servicio modernas de hoy.

Gracias al progreso y las autopistas me demoro tan dos horas de puerta a puerta cuando antes eran tres y media en un mal día, el boleto del peaje viene sin el dibujo de un auto (y ya dejé de coleccionarlos con la esperanza de juntar un millón para ganarme ese auto), y si quiero empanadas hay una salida especial para los puestos determinado. Me aguanto para hacer pipí o voy a una estación de servicio. Quizás es además porque manejo que creo que se pierde el encanto y el descubrimiento pero siento que en eso el progreso nos dejó corto de memorias.Pero hoy los niños ya no juegan veo veo, sino que les tienen un dvd con películas para que no jodan. El darle paso a la velocidad eliminó la posibilidad del descubrimiento; de las cosas de las cuales uno se percata solo cuando tiene el tiempo de mirarlas con detención y de disfrutarlas. La berma ya no da muchas posibilidades.. Solo está la barrera de seguridad. Para los picnics no se cruza el alambre de púas. No sea incivilizado, par eso está la linda zona de picnic 5 kilómetros más adelante de ese sauce que le pareció tan bonito. Y no pajaree mirándolo que está haciendo taco.
 
   





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