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More sour than sweet

Lo que me pasa entre que salí de la universidad y que decido qué demonios hago.
 

Live slow

Monday, October 23, 2006



La semana pasada pasé a ver a -como prefiere ella ser llamada - mi abuelita. No nos veíamos hace tres meses, pues yo estaba de viaje. Le llevé el regalo que le había traído y nos sentamos un buen rato post-pega a que yo le contara de mi viaje mientras me tomaba una taza de té. Ella, a sus dignísimos noventaysuficientes me preguntaba por todos los lugares en los que habia estado, con una curiosidad envidiable y una memoria paquidérmica, e hicimos hincapié en todas las ciudades en las que ella alguna vez había estado y que coincidían con las que yo había visitado. Me sorprendió lo vívido que tenía cada uno de los lugares; el cómo se acordaba de nombres de pueblos, de donde estaban los hoteles, de los bailes a los que había asistido, y de las anécdotas que seguía asociando a cada uno de los lugares. Es increíble además, el cómo a ella le gusta oír lo que la gente le cuenta y cómo sentí que ella se incluía en mi viaje, y a decir verdad, era tan bien descrito lo que ella me contaba que me incluía a mi en el suyo. A fin de cuentas disfruté más de sus anécdotas que contándo las mías.
Me pasa que he tomado el hábito de anotar todo lo que hago cuando viajo; de hecho, si hay tiempo incluso hago dibujos. Me gusta la posibilidad de anotar las cosas como van apareciendo, y cómo se superponen crónicas, con direcciones, nombres, dibujos, etc, y que al pasar las hojas de la croquera uno va viendo el proceso cronológico de lo que pasa. Pero ahi está también una parte de la memoria que deliberadamente delego. El hecho de tenerlo todo anotado me permite olvidar los nombres de las ciudades, o de la gente que conozco, pues está la constatación ya hecha. Hago la salvedad de los dibujos, que obligan a tener que entender lo que uno está mirando para que quede medianamente parecido. Pero de todas formas es como con los celulares, que uno nunca más se supo teléfono alguno de memoria. Me pasó lo mismo en cuanto a la fotografía: en algún momento me interesé por el tema, tomé cursos y comencé a usar una cámara totalmente mecánica que heredé de mi papá. En un viaje anterior saqué 17 rollos fotos. Estuve ahorrando como 6 meses para revelarlos -era estudiante. Ahora que soy todo un profesional me tomaría solo cinco y medio-. Pero el hecho de tener que mover varias perillas, ajustar manijas y oprimir botones hacía que más que sacar fotos, uno se acercara más al -como llaman los fotógrafos- hacer fotos (si uno asume que de todas esas fotos solo el 8% merecía ser mostradas.. no solían salir muchas buenas). Para este viaje, decidí modernizarme y simplificar mi vida y me procuré una cámara digital. Quería algo sencillo que pudiera llevar en el bolsillo y que me evitara un bolso extra. Compré una ganga con millones de megas en capacidad, lo que significó que saqué más de 5000 fotos en 3 meses.... ¡5000 fotos!. Como la tecnología lo hace todo fácil y accequible, uno no piensa y anda apretando el botoncito todo el día. Eso hace que el tiempo que uno se toma para detenerse y mirar sea menor. Si sale mala la foto se borra -se puede corroborar de inmediato- Ahora todo se reduce a un tema de tiempo; no detenerse, y seguir, que se puede estar perdiendo algo. De hecho, la posibilidad de registrar las cosas con elementos externos evita el tener que guardar las cosas en la cabeza. Para qué descibir algo cuando es mucho más claro una foto. Bueno... ahí está el meollo del asunto. Mi abuela puede contarme como era la arena de las playas donde estuvo, o el olor que había en algún puerto; lo que comió en algún restaurant, o el color de la corbata de los tipos que cortejaban a sus hijas.... yo tendría que ver la foto. Quizás ya no hay el mismo tiempo para viajar... mi abuela hizo su viaje en barco, le tomó 21 días llegar a puerto en barco, y su viaje fue de 6 meses... acarreó varios baules, y yo me demoré 24 horas en llegar al mismo lugar y todo lo que necesitaba cabía en una mochila. Pero el modo de usar el tiempo de mi abuelita... el tiempo de ocio, hizo que su memoria se ejercitara de una manera mucho más libre y profunda. En cambio yo, quizás en la mitad del tiempo estuve en el doble de lugares; los medios de transporte todo lo facilitan, pero no tengo las cosas tan claras como ella.
Lo que más me costó, y hoy aún me cuesta es el elegir no hacer nada... el destinar el tiempo a perderlo; tiempo de ocio. Es precisamente ese uso el que permite aprovechar tantas cosas que no son evidentes; el fijarse en olores, colores, situaciones, el mirar a la gente, y tantos etcéteras más.
Y me pasa ahora, que ya estoy de guata haciendo cosas, que me cuesta determinar días para perderlos... y si uno busca hay tantos lugares perfectos para eso en Santiago... lo complicado es independizarse de la propia agenda. Y ahi estamos... empezando los movimientos subversivos.... el cuartel general al parecer es la casa de mi abuelita.

Bienvenidos al Club

Thursday, October 19, 2006


¿ Porque el único pelo que sigue creciendo es el de la cabeza? ¿Por qué, por ejemplo, el pelo de las piernas o de las axilas queda de un largo standard?
Sería curioso que así fuera.

El tiempo pasa... nos vamos disfrazando de viejos.

Wednesday, October 18, 2006


Este fin de semana fui a una fiesta de disfraces, y me di cuenta de que ya no soy un lolito. Si bien estoy en un momento en quelo estoy pasando muy bien, me percaté que me estoy convirtiendo en esos tipos que cuando era chico odiaba.
Si partimos de la base que siempre son una complicación las fiestas de disfraces, pues hay que conjugar tiempo, con creatividad y con las cosas con las que se cuentan (el tema del presupuesto puede pasar como secundario hoy por hoy), si le añadimos que la fiesta en cuestión era con tema (todos han de disfrazarse de algo relacionado con el Rock and Roll... pensé en ir de Los Quincheros, pues los considero uns tipos muy rockeros) hacía que la gente se complicara más. Son muy pocos los músicos que tienen un look definido y que uno los pueda reconocer como para imitarlo. Obvio que hay: Slash de Guns'n'Roses, Agnus Young de ACDC, cualquiera de Kiss, Freddie Mercury (habría que tener mucha personalidad para ir de él, y hacía bastante frío esa noche), etc. Otra opcion era apelar a algún parecido físico pre-existente pero era poco viable. Terminé yendo de Krafterwerk con tres amigos más, lo que hizo que el asunto funcionara. Pero era curiosa la situación: un amigo apareció por mi casa pidiéndome de mi ropa para disfrazarse... preguntaba por gorros, collares o anillos, como si yo fuera un pirata o n transformista. En la fiesta misma la gente terminó yendo con muchas poleras negras de bandas de rockandroll rescatadas de segundo medio... mucha peluca y cintillo y converse all stars. Cómico de todas formas.
El tema es que en la música estaban dos muchachos. Pusieron música ochentera (lo que quiere decir que es música antigua conocida, pero no necesariamente buena, o prendida.... Step by Step sigue sin emocionarme en lo más mínimo), y podría decir que apostaban a poner música "de la época" de los invitados -soy consciente de lo fuerte que suena eso- sin necesariamente dar pie con bola en sus elecciones.
Me acerqué poseído de mi personaje a pedir que pusieran la nueva canción de los Strokes, dado que era una fiesta de Rock and Roll y que ya habían puesto un par de canciones parecidas, y que me tiene completamente obsesionado. Pero me llevé por respuesta un: "De ahí lo ponemos.. los mejores temas los ponemos más tarde". A lo que respondí :"¿De qué estamos hablando?...¡ son las 4 de la mañana!" y no contento con eso mandé a distintos emisarios a ejercer presión. A fin de cuentas no me hicieron caso (no nos hicieron caso). Y no fue sino hasta ayer que me di cuenta de que cuando yo era pequeño, y ponía música -al igual que lo sigo haciendo hoy-, el peor encargo que uno podía recibir era el de poner música en una fiesta de viejos.... pagaban poco, uno sabía que iba a ser eterna de larga la fiesta, que la gente iba a estar muy borracha, y que con eso iban a pedir cosas raras... y que por brecha generacional uno nunca sabía a ciencia cierta qué es lo que realmente querían. Además no había lista de dueña de casa que sirviera. Más de alguna vez me ofrecieron combos. Y me di cuenta de que esa noche me convertí en mi peor tipo de cliente. Pero no me importó. Solo importaba que no me pusieron mi canción.... Hubiera preferido que me dijeran: "No la tengo, o no me gusta, o no sé cuál es"... Mucho mejor que "de ahi pongo los mejores temas".... Mueran los dejotas que mienten.

He volvido

Tuesday, October 10, 2006


Dicen que lo bueno de un viaje es que uno llega al mismo lugar desde donde partió pero viendo las cosas con una perspectiva diferente. Que la gracia de un viaje es la vuelta, y que si no se vuelve no es un viaje sino que una imigración. En algún momento se me pasó por la cabeza agarrar viento de cola, y seguir viendo que pasaba, pero la verdad es que sigo tenindo cosas que me atan, y que me encanta que sea asi; que el volver sea a un lugar propio, con gente que uno quiere y echa de menos, y que funcionan de manera reciproca. Me encanta tener y poder definir mil cosas, que sigo sin tener nada definido, pero que tengo toda la intención de jugar los partidos para saber en cuáles gano, en cuáles se empata y en cuales se pierde, pero ya no mas las jugadas de pizarrón exhaustivas para después asustarse si el otro equipo es un dream team. Que ya no ando metiendo el dedo gordo del pie en la piscina para ver si esta fría. Prefiero un tonto guatazo, y si está fría me salgo.
Entiendo hoy el viaje como un proceso, que lleva de un punto a otro, pero cuyo principal valor no está ni en la partida ni la meta, sino que en lo que pasa entremedio. A veces un 0-0 puede ser un partido mucho más interesante que un 8-0. Y que la imagen del viaje es homologable a un millón de cosas.
Nunca había viajado solo tanto tiempo, y es una experiencia increíble. El ser dueño del propio departamento de relaciones exteriores, el poder pescar los bartulos en el momento que se plazca y partir a donde suene mejor es un ejercico de voluntad y libertad increíble.
Hoy tengo ganas de hacer millones de cosas, y de destrozarme trabajando, pues ya estuvo bueno de vacaciones. Confieso que cuando era un chico escolar, las vacaciones me gustaban, pero los ultimos dias de febrero ya queria ver a mis amigos y empezar con el colegio. Ahora, despues de unas nuevas vacaciones de tres meses quiero llegar con esa sensación de cansancio agotador que da el trabajo, pero con una sonrisa en la cara que la da el estar haciendo lo que uno realmente quiere, y lo mejor, es ue ya tengo nociones de donde están las puertas que voy a ir a tocar.
Mientras logro que me las abran, ya me voy aclimatando, y el resfrio que no tuve en tres meses ya me recibio de entradita.... habrá que guardar las chalas por un par de semanas más.
 
   





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