Hoy no fui a trabajar en la mañana (eso pretendía) pues debía hacer cosas mías, y me llama mi jefe. Quería tener una reunión con todos. Para mi, que soy fatalista, eso es lo mismo que cuando uno rompía una lámpara y mi nombre completo era pronunciado por los padres para ser regañado.
Partí a la oficina, y nos cita a todos en la sala de reuniones: secretaria, maquetistas, arquitectos y practicantes. Para mi era clara la cosa. O se había ganado el kino y quería compartirlo, o había sobre azul institucional. Parte hablando, y dijo algo que me sorprendió: nos había llamado para explicar que el último tramo del año para él había sido muy tenso, pues tenía que generar trabajo y nada había resultado, por lo que quería pedirnos disculpas por su mal genio. Dijo que si en algo había sido justo es que a todos les había llegado puteadas y nadie se había salvado. Yo quedé de una pieza... un tipo de más de sesenta que ha construído cosas que todos hemos visto, que tiene libros publicados, que ha hecho el doble de lo que yo sueño con llegar a hacer , le pide disculpas a la gente que trabaja para él... simplemente un campeón.
Terminó la reunión, y nos pusimos a trabajar. A los 20 minutos ya me decía que soy un profiado y que confíe en su experiencia (forma solapada de decirme "mocoso inmundo, no me inflames las gónadas), al querer explicarme cómo debo usar un computador. Pero no importa. No es porque yo sea porfiado... es porque hay poca pega.
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on Thursday, February 02, 2006 at 1:24 PM.
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